Quien más, quien menos está familiarizado hoy en día con términos como recesión, crisis, mercado financiero o burbuja.
Es tal el acceso a la información, o sobreinformación que tenemos hoy en día, que la terminología nos inunda, incluso sin quererlo.
La economía es algo de la que por otra parte, al afectarnos a todos, todos nos sentimos partícipes y, en ciclos como el actual, todos tenemos nuestras teorías de cómo se resolvería la situación y sobre todo de quiénes son los culpables, esto en el caso de los optimistas, en el caso de los pesimistas tienden a darlo todo por perdido y califican la situación de irreversible, alegando que los viejos tiempos de bonanza nunca volverán y, ciertamente, los viejos tiempos nunca volverán, nunca vuelven.
Así, encontramos que en función de una corriente de pensamiento u otra, una tribu urbana u otra, tenemos distintas teorías sobre cómo resolver la situación económica actual y sobre todo sobre el origen y responsables de la misma:
Modelo "Palestino": A este grupo pertenecen todos aquellos que no tienen o estiman que no tienen nada que perder (sin trabajo, sin bienes, sin perspectivas de futuro), para ellos el origen del problema no es excesivamente relevante: clases altas, sector financiero, etc. Lo que sí tienen claro es cómo lo resolverían: poniendo en jaque al sistema, haciendo las calles arder y paralizando los países a escala global, para demostrar al poder establecido que es el pueblo el que manda, aunque no se tenga muy claro qué es lo que hay que mandar.
Modelo “Currela”: En este grupo entrarían todos aquellos asalariados que difícilmente llegan a fin de mes y que ven como sus puestos de trabajo están seriamente amenazados. EL origen de los males para este sector de población está más definido: la incompetencia y corrupción de la clase política, avaricia de la clase empresarial y el sector financiero. La solución también es bastante clara: evitar la corrupción de la clase política, que la Banca esté intervenida y obligada a aflojar el crédito y, sobre todo, subida de salarios para mover la economía, ya que por todos es sabido que cuanto más tenemos más gastamos y mis gastos son tus ingresos, es decir, imprimir más billetes para que a fin de cuentas todos tengamos más.
Modelo “Empresario”: Para este sector de población los orígenes de la crisis son similares al de sus trabajadores, a saber: falta de circulación del crédito, sin financiación no se pueden acometer nuevos proyectos ni continuar los existentes, legislación muy rígida en cuanto al mercado laboral se refiere, si el despedir a un trabajador me resulta muy caro será muy difícil que me lance a la contratación, y la falta de productividad de sus empleados, si el sueldo de los empleados es muy alto en relación a lo que obtengo de ellos pierdo competitividad frente al resto de empresas, con lo que a la larga supondrá mi desaparición como empresa.
Las soluciones que propone este segmento de población: flexibilizar el mercado laboral, moderación salarial y aumento de la productividad.
A este tipo de modelos se unen las distintas corriente políticas, entre las cuales unas apuestan por sanear las cuentas mediante la reducción de la deuda, asfixiando la economía en el camino, mientras que otras apuestan por medidas de crecimiento, que hagan que la economía crezca por encima de su endeudamiento para poder a su vez sanear las cuentas, sin tener muy claro cómo se puede incentivar una economía ya de por sí colapsada.
Y a todo esto, ¿Cuál es la opinión del sector financiero?. Siendo el principal agente de la economía, el que es señalado por la mayoría como el origen de todos los males que nos asolan, alguna opinión tendrá de todo esto, digo yo.
Efectivamente la tienen, pero no es muy conocida o por lo menos no tiene tanta repercusión como las opiniones políticamente correctas de los modelos anteriormente citados. En esencia, el sector financiero lo que opina es que no vivimos en un libre mercado real y que está demasiado influenciado por la clase política. Esto dicho así, en un momento en el que el capitalismo no tiene demasiada buena prensa, puede resultar al menos chocante.
Pero veamos las razones que exponen y cómo algunas de las cuales tienen su fundamento. Para el sector financiero, el origen de todos los males, “la madre del cordero”, por decirlo de algún modo, está en los Bancos Centrales, esas instituciones “públicas” que de forma arbitraria establecen lo que valen las cosas, pero hagamos un poco de historia de cómo se originó la economía y más concretamente el dinero.
Las primeras transacciones económicas, como todo el mundo sabe, se hacían mediante trueque, yo te ofrezco algo que tengo a cambio de algo que tú tienes y que yo necesito. El problema en este caso era, evidentemente, la falta de reciprocidad. Es decir si yo tengo excedente de vacas y necesito una cabra y tú tienes un excedente de una sola cabra, evidentemente el valor de una cabra y una vaca no es el mismo, la operación de trueque se complica, esto sin tener en cuenta la posibilidad de que no encuentres oferta de aquello que necesitas de una manera inmediata.
Fruto de esta limitación surgió el dinero, que no es más que una forma indirecta para tratar el problema del trueque. Yo tengo mi vaca que la estimo en un valor de X monedas, si tú estás de acuerdo con esa estimación me las pagas y más tarde ya utilizaré esas monedas para comprar otras cosas que pueda necesitar.
De esta forma el precio en monedas de la vaca lo establece la competitividad del mercado, libremente y de forma natural. Mejores técnicas de explotación harán que automáticamente el precio de las cosas disminuya, porque se podrá producir más con menores costes.
¿Qué ocurre sin embargo con los Bancos Centrales?. En definitiva lo que hacen es modificar el precio de las cosas de manera artificial, sin que tenga que existir una correspondencia real, ni con la oferta ni con la demanda. Veamos por qué:
Cuando un Banco Central modifica el tipo de interés para incentivar la economía reduciéndolo, está mandando un mensaje, tanto a empresarios como a particulares, para que se lancen a comprar porque el crédito está barato, sin que necesariamente exista una demanda real.
Esto es como cuando en época de rebajas la gente se lanza como posesa a comprar, por el mero hecho de que está más barato, sin que exista una necesidad real para ello. En el caso de las rebajas todos sabemos lo que termina sucediendo, al furor consumista inicial le sigue un estancamiento del consumo, consecuencia de que nos vemos sin liquidez y con un montón de artículos que no necesitamos, al menos, a corto plazo, y en la mayoría de los casos ni a largo.
Con los Bancos Centrales sucede algo similar, bajan o suben los tipos de interés de forma artificial, para estimular la economía o frenar la inflación a corto plazo, produciendo un daño importante en el largo plazo, cuando es el propio mercado el que debería regir los tipos de interés en función de la oferta y la demanda. De esta manera hemos vivido bastantes años en los que pidiendo dinero a crédito ganabas dinero, esto sucede cuando los tipos de interés están por debajo de la inflación. Si los tipos de interés se fijan a un 2,5% y la inflación está en un 3,5%, resulta más rentable pedir un crédito que tener el dinero quieto en el banco, que es lo que han estado haciendo los bancos en la época de la burbuja, endeudarse a corto plazo y financiar a largo plazo.
Pero entonces, ¿Quién es el responsable de la actual situación: “Los palestinos”, “Los Currelas”, “Los Empresarios”, “La clase política” o “El sector Financiero”?.
Inevitablemente, todos somos culpables y resulta difícil decir quién tiene mayor responsabilidad, porque al fin y al cabo a “La clase política” la elegimos nosotros, es la confianza que nosotros le otorgamos la que les permite realizar sus desmanes. Tanto es así que es la clase política la que genera los efectos más dañinos en la economía, veamos por qué:
Un Gobierno tiene dos formas de financiarse, una es a base de impuestos, un incremento de los mismos puede producir un incremento de liquidez de forma inmediata en las arcas del estado, pero evidentemente es una medida muy impopular que pasará factura en las siguientes elecciones.
La otra forma de financiarse es a través de la deuda, los estados emiten Bonos que compran principalmente otros países o los bancos centrales con el consiguiente aumento de la inflación, sin embargo esta medida es más popular, ya que todos tenemos asumido que la economía es inflacionista y que los precios siempre suben, porque sí, porque siempre ha sido así, y no lo achacamos directamente a la acción de gobierno.
De tal forma que los ciudadanos perdemos poder adquisitivo, nos empobrecemos en la misma proporción ricos y pobres, con la inflación, y su efecto es igual de injusto socialmente hablando que el efecto del IVA. Por lo que en cierta manera cuando el sector financiero se queja de que el sistema financiero está intervenido por los diferentes Gobiernos no le falta razón, en tanto en cuanto los Bancos Centrales están dirigidos por estos.
El Sector Financiero, a su vez, tampoco está libre de pecado, ni mucho menos, se ha aprovechado de ser socio preferente de los Gobiernos a cambio de financiación, para que los distintos Gobiernos hayan legislado de tal forma que favoreciesen sus actividades especuladoras. Veamos por qué:
Los Gobiernos en su momento eliminaron el patrón oro de la economía, es decir, eliminaron la correspondencia en oro que existía de la masa monetaria en curso. De esta forma la economía pasó a basarse puramente en la mera confianza, y la confianza, como bien es sabido, es como una madera podrida, si te apoyas mucho se puede romper y aquí es lo que ha sucedido.
Con la falta de liquidez simplemente lo que se hacía era imprimir más dinero, olvidándonos de que el dinero no es más que un artilugio que facilita el intercambio de bienes y que de por sí no tiene ningún valor, por lo que, por más dinero que imprimamos eso no va a suponer un enriquecimiento de la sociedad, sino más bien todo lo contrario.
A esto le sumamos que a los bancos se les permite operar con una fracción de los depósitos a la vista de sus clientes, es decir, de aquellos depósitos que pueden retirar en cualquier momento y que los bancos deberían estar obligados a tenerlos siempre disponibles.
La desvergüenza en este sentido es que la legislación permite a los bancos que mantengan únicamente el 2% de los depósitos a la vista de los clientes, pudiendo realizar las operaciones financieras que estimen oportunas con el 98% restante. Mientras esas operaciones sean satisfactorias perfecto, en cuanto empiezan a salir mal es cuando llegan los problemas, que es lo que ha ocurrido con la burbuja inmobiliaria.
Los bancos se endeudaban a corto plazo y financiaban hipotecas a 30 años, “Porque el precio de los inmuebles siempre sube, nunca baja”, y a pesar de que fueran operaciones con alto riesgo de impago los bancos pensaban: “Bueno, aunque los clientes no paguen su hipoteca, yo me quedo con la casa y como el valor de éstas siempre sube, siempre termino ganando dinero, tanto si devuelven el dinero, como si no”, alimentando la burbuja.
Evidentemente este castillo de naipes se derrumbó cuando el índice de impagos fue demasiado elevado y los bancos no podían recolocar el alto número de inmuebles embargados. En este momento su precio empezó a caer y, por tanto, las ganancias que hasta ese momento habían conseguido mediante la burbuja inmobiliaria se tornaron en pérdidas.
Es entonces cuando empezó a cundir el pánico, y los bancos tuvieron que empezar a ser rescatados por los Gobiernos, es decir, con el dinero de los contribuyentes …
Pero pensemos un poco en los rescates, ¿Por qué un Banco tiene que ser rescatado y no otro tipo de empresas?. Si realmente estamos en un libre mercado, a cualquier empresa que le va mal se la deja morir, sin embargo con los Bancos no, mejor dicho, a algunos bancos sí y a otros no.
Pues bien la causa de que los Bancos tengan que ser rescatados es por el hecho de que los Gobiernos les permiten tener disponible en caja un 2% de los depósitos a la vista, si se dejase caer a los Bancos los clientes de esos Bancos perderían sus ahorros, algo que no ocurriría si los Bancos estuvieran obligados a tener en caja el 100% de los depósitos a la vista de sus clientes, pudiendo operar únicamente con aquellos depósitos a largo plazo u otro tipo de acciones que ya no serían depósitos, serían inversiones.
De esta forma si un Banco quebrase, los clientes no perderían sus ahorros, porque estarían en caja, y los Bancos no deberían de ser rescatados nunca con el dinero de los contribuyentes, sería únicamente responsabilidad de sus propios accionistas.
Llegados a este punto se concluye que para llegar a esta situación muchas cosas se han tenido que hacer mal y que muchos o todos somos los culpables de la misma:
La recesión es el proceso de la economía para ponernos a todos en nuestro sitio, una cura de humildad que necesitábamos como el comer.
En cualquier caso, el ser humano es un ser inconsciente por naturaleza, la inconsciencia en este caso se define como: "la capacidad de realizar las mismas acciones una y otra vez esperando un resultado distinto cada vez".
Por lo que alguien dará en algún momento con la clave de la nueva burbuja y recomenzará el proceso, se volverá a dar crédito alegremente, como si nunca antes hubiésemos sufrido una burbuja. Quién sabe, pueden ser las energías renovables, o los servicios sanitarios o …, cualquier cosa “que siempre crezca y nunca baje”: la escasez de recursos fósiles, la esperanza de vida del ser humano …, opciones hay muchas.
Ya sé que con este Post no digo nada nuevo que no sepamos todos, pero me parece interesante tenerlo presente para que no caigamos una y otra vez en las típicas quejas a los típicos destinatarios, hagamos autocrítica y pensemos qué podemos hacer cada uno en lo que nos toca y nuestra responsabilidad para corregir la situación.
Es tal el acceso a la información, o sobreinformación que tenemos hoy en día, que la terminología nos inunda, incluso sin quererlo.
La economía es algo de la que por otra parte, al afectarnos a todos, todos nos sentimos partícipes y, en ciclos como el actual, todos tenemos nuestras teorías de cómo se resolvería la situación y sobre todo de quiénes son los culpables, esto en el caso de los optimistas, en el caso de los pesimistas tienden a darlo todo por perdido y califican la situación de irreversible, alegando que los viejos tiempos de bonanza nunca volverán y, ciertamente, los viejos tiempos nunca volverán, nunca vuelven.
Así, encontramos que en función de una corriente de pensamiento u otra, una tribu urbana u otra, tenemos distintas teorías sobre cómo resolver la situación económica actual y sobre todo sobre el origen y responsables de la misma:
Modelo "Palestino": A este grupo pertenecen todos aquellos que no tienen o estiman que no tienen nada que perder (sin trabajo, sin bienes, sin perspectivas de futuro), para ellos el origen del problema no es excesivamente relevante: clases altas, sector financiero, etc. Lo que sí tienen claro es cómo lo resolverían: poniendo en jaque al sistema, haciendo las calles arder y paralizando los países a escala global, para demostrar al poder establecido que es el pueblo el que manda, aunque no se tenga muy claro qué es lo que hay que mandar.
Modelo “Currela”: En este grupo entrarían todos aquellos asalariados que difícilmente llegan a fin de mes y que ven como sus puestos de trabajo están seriamente amenazados. EL origen de los males para este sector de población está más definido: la incompetencia y corrupción de la clase política, avaricia de la clase empresarial y el sector financiero. La solución también es bastante clara: evitar la corrupción de la clase política, que la Banca esté intervenida y obligada a aflojar el crédito y, sobre todo, subida de salarios para mover la economía, ya que por todos es sabido que cuanto más tenemos más gastamos y mis gastos son tus ingresos, es decir, imprimir más billetes para que a fin de cuentas todos tengamos más.
Modelo “Empresario”: Para este sector de población los orígenes de la crisis son similares al de sus trabajadores, a saber: falta de circulación del crédito, sin financiación no se pueden acometer nuevos proyectos ni continuar los existentes, legislación muy rígida en cuanto al mercado laboral se refiere, si el despedir a un trabajador me resulta muy caro será muy difícil que me lance a la contratación, y la falta de productividad de sus empleados, si el sueldo de los empleados es muy alto en relación a lo que obtengo de ellos pierdo competitividad frente al resto de empresas, con lo que a la larga supondrá mi desaparición como empresa.
Las soluciones que propone este segmento de población: flexibilizar el mercado laboral, moderación salarial y aumento de la productividad.
A este tipo de modelos se unen las distintas corriente políticas, entre las cuales unas apuestan por sanear las cuentas mediante la reducción de la deuda, asfixiando la economía en el camino, mientras que otras apuestan por medidas de crecimiento, que hagan que la economía crezca por encima de su endeudamiento para poder a su vez sanear las cuentas, sin tener muy claro cómo se puede incentivar una economía ya de por sí colapsada.
Y a todo esto, ¿Cuál es la opinión del sector financiero?. Siendo el principal agente de la economía, el que es señalado por la mayoría como el origen de todos los males que nos asolan, alguna opinión tendrá de todo esto, digo yo.
Efectivamente la tienen, pero no es muy conocida o por lo menos no tiene tanta repercusión como las opiniones políticamente correctas de los modelos anteriormente citados. En esencia, el sector financiero lo que opina es que no vivimos en un libre mercado real y que está demasiado influenciado por la clase política. Esto dicho así, en un momento en el que el capitalismo no tiene demasiada buena prensa, puede resultar al menos chocante.
Pero veamos las razones que exponen y cómo algunas de las cuales tienen su fundamento. Para el sector financiero, el origen de todos los males, “la madre del cordero”, por decirlo de algún modo, está en los Bancos Centrales, esas instituciones “públicas” que de forma arbitraria establecen lo que valen las cosas, pero hagamos un poco de historia de cómo se originó la economía y más concretamente el dinero.
Las primeras transacciones económicas, como todo el mundo sabe, se hacían mediante trueque, yo te ofrezco algo que tengo a cambio de algo que tú tienes y que yo necesito. El problema en este caso era, evidentemente, la falta de reciprocidad. Es decir si yo tengo excedente de vacas y necesito una cabra y tú tienes un excedente de una sola cabra, evidentemente el valor de una cabra y una vaca no es el mismo, la operación de trueque se complica, esto sin tener en cuenta la posibilidad de que no encuentres oferta de aquello que necesitas de una manera inmediata.
Fruto de esta limitación surgió el dinero, que no es más que una forma indirecta para tratar el problema del trueque. Yo tengo mi vaca que la estimo en un valor de X monedas, si tú estás de acuerdo con esa estimación me las pagas y más tarde ya utilizaré esas monedas para comprar otras cosas que pueda necesitar.
De esta forma el precio en monedas de la vaca lo establece la competitividad del mercado, libremente y de forma natural. Mejores técnicas de explotación harán que automáticamente el precio de las cosas disminuya, porque se podrá producir más con menores costes.
¿Qué ocurre sin embargo con los Bancos Centrales?. En definitiva lo que hacen es modificar el precio de las cosas de manera artificial, sin que tenga que existir una correspondencia real, ni con la oferta ni con la demanda. Veamos por qué:
Cuando un Banco Central modifica el tipo de interés para incentivar la economía reduciéndolo, está mandando un mensaje, tanto a empresarios como a particulares, para que se lancen a comprar porque el crédito está barato, sin que necesariamente exista una demanda real.
Esto es como cuando en época de rebajas la gente se lanza como posesa a comprar, por el mero hecho de que está más barato, sin que exista una necesidad real para ello. En el caso de las rebajas todos sabemos lo que termina sucediendo, al furor consumista inicial le sigue un estancamiento del consumo, consecuencia de que nos vemos sin liquidez y con un montón de artículos que no necesitamos, al menos, a corto plazo, y en la mayoría de los casos ni a largo.
Con los Bancos Centrales sucede algo similar, bajan o suben los tipos de interés de forma artificial, para estimular la economía o frenar la inflación a corto plazo, produciendo un daño importante en el largo plazo, cuando es el propio mercado el que debería regir los tipos de interés en función de la oferta y la demanda. De esta manera hemos vivido bastantes años en los que pidiendo dinero a crédito ganabas dinero, esto sucede cuando los tipos de interés están por debajo de la inflación. Si los tipos de interés se fijan a un 2,5% y la inflación está en un 3,5%, resulta más rentable pedir un crédito que tener el dinero quieto en el banco, que es lo que han estado haciendo los bancos en la época de la burbuja, endeudarse a corto plazo y financiar a largo plazo.
Pero entonces, ¿Quién es el responsable de la actual situación: “Los palestinos”, “Los Currelas”, “Los Empresarios”, “La clase política” o “El sector Financiero”?.
Inevitablemente, todos somos culpables y resulta difícil decir quién tiene mayor responsabilidad, porque al fin y al cabo a “La clase política” la elegimos nosotros, es la confianza que nosotros le otorgamos la que les permite realizar sus desmanes. Tanto es así que es la clase política la que genera los efectos más dañinos en la economía, veamos por qué:
Un Gobierno tiene dos formas de financiarse, una es a base de impuestos, un incremento de los mismos puede producir un incremento de liquidez de forma inmediata en las arcas del estado, pero evidentemente es una medida muy impopular que pasará factura en las siguientes elecciones.
La otra forma de financiarse es a través de la deuda, los estados emiten Bonos que compran principalmente otros países o los bancos centrales con el consiguiente aumento de la inflación, sin embargo esta medida es más popular, ya que todos tenemos asumido que la economía es inflacionista y que los precios siempre suben, porque sí, porque siempre ha sido así, y no lo achacamos directamente a la acción de gobierno.
De tal forma que los ciudadanos perdemos poder adquisitivo, nos empobrecemos en la misma proporción ricos y pobres, con la inflación, y su efecto es igual de injusto socialmente hablando que el efecto del IVA. Por lo que en cierta manera cuando el sector financiero se queja de que el sistema financiero está intervenido por los diferentes Gobiernos no le falta razón, en tanto en cuanto los Bancos Centrales están dirigidos por estos.
El Sector Financiero, a su vez, tampoco está libre de pecado, ni mucho menos, se ha aprovechado de ser socio preferente de los Gobiernos a cambio de financiación, para que los distintos Gobiernos hayan legislado de tal forma que favoreciesen sus actividades especuladoras. Veamos por qué:
Los Gobiernos en su momento eliminaron el patrón oro de la economía, es decir, eliminaron la correspondencia en oro que existía de la masa monetaria en curso. De esta forma la economía pasó a basarse puramente en la mera confianza, y la confianza, como bien es sabido, es como una madera podrida, si te apoyas mucho se puede romper y aquí es lo que ha sucedido.
Con la falta de liquidez simplemente lo que se hacía era imprimir más dinero, olvidándonos de que el dinero no es más que un artilugio que facilita el intercambio de bienes y que de por sí no tiene ningún valor, por lo que, por más dinero que imprimamos eso no va a suponer un enriquecimiento de la sociedad, sino más bien todo lo contrario.
A esto le sumamos que a los bancos se les permite operar con una fracción de los depósitos a la vista de sus clientes, es decir, de aquellos depósitos que pueden retirar en cualquier momento y que los bancos deberían estar obligados a tenerlos siempre disponibles.
La desvergüenza en este sentido es que la legislación permite a los bancos que mantengan únicamente el 2% de los depósitos a la vista de los clientes, pudiendo realizar las operaciones financieras que estimen oportunas con el 98% restante. Mientras esas operaciones sean satisfactorias perfecto, en cuanto empiezan a salir mal es cuando llegan los problemas, que es lo que ha ocurrido con la burbuja inmobiliaria.
Los bancos se endeudaban a corto plazo y financiaban hipotecas a 30 años, “Porque el precio de los inmuebles siempre sube, nunca baja”, y a pesar de que fueran operaciones con alto riesgo de impago los bancos pensaban: “Bueno, aunque los clientes no paguen su hipoteca, yo me quedo con la casa y como el valor de éstas siempre sube, siempre termino ganando dinero, tanto si devuelven el dinero, como si no”, alimentando la burbuja.
Evidentemente este castillo de naipes se derrumbó cuando el índice de impagos fue demasiado elevado y los bancos no podían recolocar el alto número de inmuebles embargados. En este momento su precio empezó a caer y, por tanto, las ganancias que hasta ese momento habían conseguido mediante la burbuja inmobiliaria se tornaron en pérdidas.
Es entonces cuando empezó a cundir el pánico, y los bancos tuvieron que empezar a ser rescatados por los Gobiernos, es decir, con el dinero de los contribuyentes …
Pero pensemos un poco en los rescates, ¿Por qué un Banco tiene que ser rescatado y no otro tipo de empresas?. Si realmente estamos en un libre mercado, a cualquier empresa que le va mal se la deja morir, sin embargo con los Bancos no, mejor dicho, a algunos bancos sí y a otros no.
Pues bien la causa de que los Bancos tengan que ser rescatados es por el hecho de que los Gobiernos les permiten tener disponible en caja un 2% de los depósitos a la vista, si se dejase caer a los Bancos los clientes de esos Bancos perderían sus ahorros, algo que no ocurriría si los Bancos estuvieran obligados a tener en caja el 100% de los depósitos a la vista de sus clientes, pudiendo operar únicamente con aquellos depósitos a largo plazo u otro tipo de acciones que ya no serían depósitos, serían inversiones.
De esta forma si un Banco quebrase, los clientes no perderían sus ahorros, porque estarían en caja, y los Bancos no deberían de ser rescatados nunca con el dinero de los contribuyentes, sería únicamente responsabilidad de sus propios accionistas.
Llegados a este punto se concluye que para llegar a esta situación muchas cosas se han tenido que hacer mal y que muchos o todos somos los culpables de la misma:
- Nuestra baja productividad. Nuestros altos ingresos en relación a lo que producimos, aunque nosotros siempre tendemos a pensar que estamos tremendamente mal valorados.
- Nuestra responsabilidad al elegir a los líderes políticos.
- Nuestro estilo de vida y consumo.
- La irresponsabilidad del Sector Financiero, por jugar en bolsa con dinero ajeno, sin consentimiento para ello por parte del interesado.
- El intervencionismo de los Gobiernos en la economía para alterar ésta de forma artificial.
La recesión es el proceso de la economía para ponernos a todos en nuestro sitio, una cura de humildad que necesitábamos como el comer.
En cualquier caso, el ser humano es un ser inconsciente por naturaleza, la inconsciencia en este caso se define como: "la capacidad de realizar las mismas acciones una y otra vez esperando un resultado distinto cada vez".
Por lo que alguien dará en algún momento con la clave de la nueva burbuja y recomenzará el proceso, se volverá a dar crédito alegremente, como si nunca antes hubiésemos sufrido una burbuja. Quién sabe, pueden ser las energías renovables, o los servicios sanitarios o …, cualquier cosa “que siempre crezca y nunca baje”: la escasez de recursos fósiles, la esperanza de vida del ser humano …, opciones hay muchas.
Ya sé que con este Post no digo nada nuevo que no sepamos todos, pero me parece interesante tenerlo presente para que no caigamos una y otra vez en las típicas quejas a los típicos destinatarios, hagamos autocrítica y pensemos qué podemos hacer cada uno en lo que nos toca y nuestra responsabilidad para corregir la situación.
Qué razón tienes, pero la autocrítica no es algo que se nos dé muy bien, es mucho más fácil y cómodo echar la culpa a los demás, y, por otra parte, somos de memoría frágil, por lo que me temo, como bien dices, que cuando de alguna forma consigamos salir de ésta (los tiempos pasados nunca vuelven) estamos condenados a repetir los mismos errores.
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