Para inaugurar este blog, un tema que me apasiona. Sí, ya sé que soy un poco raro :-)
Se trata de realizar una primera reflexión a "bote pronto" sobre la importancia que le damos a este tema:
1º Actualmente, ¿se le da la importancia que merece?.
Creo, sinceramente, que no.
Por una parte, no es algo que le importe al ciudadano en general, sólo nos acordamos de la privacidad de nuestros datos cuando recibimos "spam", llamadas telefónicas de la enésima compañía de telecomunicaciones ofreciéndonos, a horas intempestivas, más y mejores ofertas que la competencia, etc., pero no percibimos que el uso de las nuevas tecnologías, las nuevas formas de relacionarnos a través de ellas (redes sociales, redes profesionales, etc.) y prácticas basada en ellas y cada vez más extendidas (videovigilancia, venta de datos personales, estudio de hábitos de consumo, etc.) puedan constituir una amenaza a nuestra privacidad (asunto que se agrava cuando pueden verse involucrados menores de edad, como es el caso, por ejemplo, de las redes sociales).
Sin embargo, todos sabemos que, cada vez más, las nuevas tecnologías posibilitan un uso, al menos, no adecuado de nuestros datos personales (cuando no, aunque en el menor de los casos, directamente delictivo - suplantación de identidad, utilización fraudulenta de los mismos, etc.), pero aún así no nos interesa el tema.
2º Cuando, además, "cambiamos el gorro" y pasamos a formar parte de una empresa, ¿tenemos el respeto debido por los datos de los demás - empleados, clientes, proveedores, candidatos de empleo, etc.-?
Yo creo que no. En general y basado en mi experiencia, las organizaciones, tanto públicas como privadas, se toman la protección de datos como un "sarampión que hay que pasar", es decir, una obligación legal y, por tanto, un "expediente" a cumplir mínimamente (al menor coste, con el menor esfuerzo posible y, por supuesto, algo que una vez hecho no requiera ningún tipo de mantenimiento o mejora).
Es cierto que este segundo punto es aplicable también a otros temas (prevención de riesgos laborales,... e incluso, aunque no sea un tema legal, a la calidad).
Por tanto, en mi opinión y como conclusión de esta primera reflexión, no le damos la importancia que merece.
Por supuesto hay muchos otros aspectos, que dejo para posteriores ocasiones por no alargarme en exceso, tales como: ¿le importa a las administraciones públicas?, ¿es suficiente la labor realizada por las autoridades de control (AEPD y agencias de protección de datos de ámbito autonómico)?, y un largo etc.
Se trata de realizar una primera reflexión a "bote pronto" sobre la importancia que le damos a este tema:
1º Actualmente, ¿se le da la importancia que merece?.
Creo, sinceramente, que no.
Por una parte, no es algo que le importe al ciudadano en general, sólo nos acordamos de la privacidad de nuestros datos cuando recibimos "spam", llamadas telefónicas de la enésima compañía de telecomunicaciones ofreciéndonos, a horas intempestivas, más y mejores ofertas que la competencia, etc., pero no percibimos que el uso de las nuevas tecnologías, las nuevas formas de relacionarnos a través de ellas (redes sociales, redes profesionales, etc.) y prácticas basada en ellas y cada vez más extendidas (videovigilancia, venta de datos personales, estudio de hábitos de consumo, etc.) puedan constituir una amenaza a nuestra privacidad (asunto que se agrava cuando pueden verse involucrados menores de edad, como es el caso, por ejemplo, de las redes sociales).
Sin embargo, todos sabemos que, cada vez más, las nuevas tecnologías posibilitan un uso, al menos, no adecuado de nuestros datos personales (cuando no, aunque en el menor de los casos, directamente delictivo - suplantación de identidad, utilización fraudulenta de los mismos, etc.), pero aún así no nos interesa el tema.
2º Cuando, además, "cambiamos el gorro" y pasamos a formar parte de una empresa, ¿tenemos el respeto debido por los datos de los demás - empleados, clientes, proveedores, candidatos de empleo, etc.-?
Yo creo que no. En general y basado en mi experiencia, las organizaciones, tanto públicas como privadas, se toman la protección de datos como un "sarampión que hay que pasar", es decir, una obligación legal y, por tanto, un "expediente" a cumplir mínimamente (al menor coste, con el menor esfuerzo posible y, por supuesto, algo que una vez hecho no requiera ningún tipo de mantenimiento o mejora).
Es cierto que este segundo punto es aplicable también a otros temas (prevención de riesgos laborales,... e incluso, aunque no sea un tema legal, a la calidad).
Por tanto, en mi opinión y como conclusión de esta primera reflexión, no le damos la importancia que merece.
Por supuesto hay muchos otros aspectos, que dejo para posteriores ocasiones por no alargarme en exceso, tales como: ¿le importa a las administraciones públicas?, ¿es suficiente la labor realizada por las autoridades de control (AEPD y agencias de protección de datos de ámbito autonómico)?, y un largo etc.
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