Ir al contenido principal

Demasiados indios y pocos vaqueros

Eso es lo que debió pensar el general Custer en la batalla de Little Big Horn contra indios de diversas tribus, y ésta es también la sensación que a mí me queda para describir el desalentador panorama actual de cumplimiento de la LOPD y, por tanto, de la protección de los datos que sobre todos nosotros manejan las empresas e instituciones y, en definitiva, para describir la lamentable situación actual de nuestra privacidad.

Dejando a un lado la controvertida figura del famoso general y si los indios eran tan malos como los pintaban en las películas del género western, es decir, dejando atrás la polémica maniquea de quiénes eran realmente los buenos y quiénes los malos (posiblemente, como casi siempre o siempre en esta vida, ni los unos eran tan buenos ni lo otros eran tan malos), creo que se me entiende perfectamente el símil.

Pues bien, desde la visión que a mí me transmitían las películas de indios y vaqueros en mi más tierna infancia, me monto mi propia película (por supuesto y como muchos de los western, carente absolutamente del mínimo rigor histórico).

Al igual que en todo western que se precie, en mi película los buenos (los vaqueros) tienen la misión de defender a los colonos que se adentran en territorio indio y exponen sus vidas, muchas veces sin las debidas precauciones y, por tanto, siendo presas fáciles de los indios.

Ni que decir cabe que en mi película el papel de los colonos lo interpretamos todos nosotros, es decir, los ciudadanos, que, además de los datos que ya manejan las instituciones y empresas sobre nosotros (una cantidad ingente de ellos, inimaginable, y en ocasiones datos muy sensibles), que muchas veces facilitamos de forma absolutamente despreocupada y sin ningún control, además nos adentramos alegremente en internet y las nuevas tecnologías (redes sociales, cloud computing, mensajería instantánea, etc.) sin tomar las mínimas precauciones para que se haga un uso adecuado y respetuoso de nuestros datos, e incluso y en ocasiones hacemos gala de una actitud temeraria a la hora de exponer nuestra privacidad.

Dicho lo anterior, el reparto de mi película, de lujo, es el siguiente.

Los vaqueros:

ULYSSES S. GRANT: Presidente de los Estados Unidos. Este papel es sin duda para el legislador europeo en materia de protección de datos de carácter personal.

En mi película, Grant y demás colaboradores (papel interpretado por los legisladores de ámbito nacional, es decir, aquellos que tienen la responsabilidad de adaptar las directivas europeas en materia de protección de datos al ordenamiento jurídico de cada país) se encuentran cómodamente instalados en un confortable despacho de Washington D.C. redactando el Tratado del fuerte Laramie, con objeto de poner paz entre colonos e indios.

Cuando tras múltiples y largas deliberaciones en comités, subcomités, grupos de trabajo, etc. se encuentran ya redactados los Títulos del Tratado correspondientes al Objeto, Ámbito y Definiciones, resulta que los colonos ya van por Montana y los indios han huido de las reservas y han hecho una verdadera escabechina con todo rostro pálido que se han encontrado por el camino.

También en mi película y con buen criterio, tras profundas reflexiones con sus asesores, Grant toma una decisión arriesgada: Hay que cambiar el ámbito de aplicación del Tratado para incluir a Montana, y vuelta a empezar... ¡Así no hay manera, que se estén quietos!, se queja amargamente Grant.

Creo que esto retrata bastante bien lo que ocurre con los legisladores en temas tales como: las redes sociales, el cloud computing, y un largo etcétera de otros asuntos (derecho al olvido,...), o lo que es lo mismo y he oído por ahí, sufren de 'la parálisis por el análisis', teniendo en cuenta además que cuando Grant y sus colaboradores tengan aquilatado el Tratado hay que llevarlo hasta los indios mediante un correo a caballo, un sistema muy lento (tienen que recorrer largas distancias a través de la vasta pradera norteamericana), poco seguro (a la mitad se los cargan los indios sin ningún tipo de miramiento), y casi siempre ineficaz (ni los muy c...  de los indios ni los colonos se quedan quietos, y sobre todo porque ninguno de ellos entiende nada de lo que pone en el Tratado y, además, les importa un carajo), por no hablar de la cantidad de colonos que pierden la vida mientras tanto.

EL SÉPTIMO DE CABALLERÍA: Encarnando al famoso general George A. Custer y a sus hombres, en mi película este papel les corresponde por derecho propio a La AEPD y las autoridades de control de ámbito autonómico.

Custer y sus hombres del glorioso séptimo de caballería son los encargados últimos de proteger a los colonos y dar caza a los indios que han salido de sus reservas y los exterminan sin piedad.

En mi película, Custer dispone de muy pocos hombres para cubrir un territorio tan extenso, por lo que prácticamente lo único que puede hacer es cabalgar hacia las columnas de humo que otean en el horizonte (denuncias) y, en consecuencia, llegan siempre demasiado tarde al lugar de las masacres cometidas por los indios, cuando éstos ya han asesinado a todos los colonos y se han ido.

Para su desesperación, no puede hacer mucho más que seguir ese rastro de destrucción, ya que no puede dar alcance a los indios. Eso sí, cuando pilla algún poblado de indios despistados les da 'cera' sin ningún reparo, poco le importa que en él sólo se encuentren ancianos, mujeres y niños indios (sí, mi película también tiene extras, y en este caso los figurantes son reclutados entre los colectivos de pymes, micropymes y autónomos, respectivamente).

Ante las quejas que se reciben por estas últimas situaciones, que hacen dudar de quiénes son realmente los buenos y quiénes los malos, y aprovechando que el río Potomac pasa por Washington D.C., mediante disposición final quincuagésima sexta del Tratado de libre comercio entre los colonos y los indios arapahoes, los colaboradores de Grant deciden adaptar el Tratado del fuerte Laramie en su aplicación al territorio de Wyoming para contemplar en él que no se extermine indiscriminadamente a ancianos, mujeres y niños indios, sino que la primera vez que se les pille fuera de la reserva baste con un tirón de orejas y, en todo caso, un par de tortazos.

* Nota del autor: ver disposición final quincuagésima sexta de la Ley de Economía Sostenible, más conocida como Ley Sinde, en la que se modifica el régimen sancionador de la LOPD.

Los indios:

SITTING BULL (TORO SENTADO): El jefe de la tribu de los sioux hunkpapa, a quienes encarnan en mi película las Administraciones Públicas.

Al igual que el resto de tribus indias, los sioux hunkpapa creían fervientemente que las tierras que el Gran Manitu había otorgado a sus antepasados les pertenecían por derecho propio, por lo que no estaban dispuestos a compartirlas, ni nada de lo que había en ellas, con los colonos, que no pintaban nada en su territorio, y mucho menos estaban dispuestos a abandonar sus seculares tradiciones o a cambiar su estilo nómada de vida.

Ésta parece ser también la actitud mayoritaria existente en las Administraciones Públicas en lo que se refiere a la protección de los datos que manejan de los ciudadanos, ya que, según diversos estudios, existe todavía un elevado porcentaje entre su personal que cree que los datos que manejan pertenecen a la administración o que, aún reconociendo la titularidad de los mismos a la ciudadanía, cree que en la práctica su uso hace que los datos sean propios de las instituciones. Vamos, como los indios con la pradera.

Además, es también muy significativo que la mayoría del personal de las Administraciones Públicas critique  la protección de datos con el argumento de que ésta presenta dificultades y obstáculos de cara a la gestión y eficacia. Vamos que, al igual que a los indios, no se les ve muy dispuestos a cambiar sus ancestrales tradiciones en lo que se refiere a los procedimientos y forma de trabajar, anteponiendo éstos a un derecho fundamental de los ciudadanos.


CRAZY HORSE (CABALLO LOCO): El jefe de la tribu de los sioux oglala.

Los miembros de esta tribu nunca aceptaron los tratados que les confinaban en reservas y eran conocidos por su odio a los rostros pálidos y su gran valor en la batalla.

En mi película la obsesión de los sioux oglala es expulsar a los colonos de su territorio, para lo que no dudan en exterminar al mayor número posible de ellos. Además, Caballo Loco, su líder militar, aglutina un gran ejercito compuesto por indios de diversas tribus (oglala, sans arc, pies negros, miniconjou, brule, cheyennestwo-kettles y arikara) para enfrentarse a Custer en la batalla de Little Big Horn. Este ejército es encarnado en mi película por las empresas privadas.

Visto el cumplimiento de la LOPD por parte de las empresas, que se refleja en multitud de estudios, incluso en lo más básico (declaración de los ficheros), no me cabe duda de que lo único que les preocupa no es ya lo farragoso que supone aplicar la LOPD (las tradiciones indias, excusa que también ponen con mucha asiduidad), sino mantener y desarrollar su negocio (la pradera y sus recursos) sin ningún miramiento a los derechos de los demás (los colonos).


LOS TRAFICANTES DE ARMAS: En estas películas no pueden faltar los traficantes que venden armas de fuego y wisky a los indios. Vaqueros sin escrúpulos cuyo único objetivo es lucrarse a costa de los indios sin importarles las consecuencias de sus actos, ni para los propios indios ni para los colonos.

En mi película, en ocasiones engañan a los indios, a estos últimos el tiro les sale por la culata o se quedan ciegos, y no precisamente en sentido figurado, por beber alcohol de madera en lugar del wisky que supuestamente han comprado, pero en la mayoría de las ocasiones los indios saben muy bien qué están comprando y utilizan esas armas contra los colonos.

Obviamente, nadie mejor para interpretar en mi película a estos malvados traficantes que las famosas empresas y consultores que se dedican a la LOPD a coste cero.

Ya he escrito mucho en este blog sobre ellos, por lo que entiendo que el símil se entiende sobradamente y, por tanto, que no precisa de mayores explicaciones.



Hasta aquí los actores principales del reparto, pero, lógicamente y como en cualquier película, éste se completa con un elenco importante de actores secundarios y, como ya he dicho, extras. Entre los actores secundarios están: los exploradores indios que sirven en el ejército de los Estados Unidos (a quienes los indios consideran renegados y acusan de haberse vendido en beneficio propio a los vaqueros, papel interpretado por los profesionales de la privacidad), los indios que se refugian en las reservas, que están bajo su jurisdicción, u otros países limítrofes y hostigan a los colonos cuando Custer y los suyos se despistan y a los que sólo pueden perseguir hasta la frontera (papel interpretado por compañías como Google, Facebook, Twitter, etc., que en mi película, aunque sólo sea por el nombre de otro de los jefes de los sioux oglala, darían vida a  Red Cloud, Nube roja, y sus bravos), etc.


Como no podía ser de otra forma el punto culminante de mi película es la escena de la batalla de Little Big Horn, que, como ya he dicho, representa el momento actual de cumplimento de la LOPD.

Pues bien, todos sabemos cómo terminó: Custer y los suyos murieron con las botas puestas, demasiados indios y pocos vaqueros, pero, también y como en las películas en las que al final indican el destino que les aguarda a los protagonistas, en mi película se recordará que tanto Toro Sentado como Caballo Loco terminaron rindiéndose y que la guerra al final la ganaron los vaqueros (los buenos).

Por tanto, sólo nos queda esperar que al final la historia se repita, aunque no sin mucha dedicación, esfuerzo y mayor agilidad por parte de los vaqueros, y que los buenos también ganen en la batalla por el respeto al derecho fundamental de los ciudadanos a la protección de sus datos de carácter personal, ya que si no lo colonos lo tenemos de colores :-)

Comentarios

  1. De lo mejor que he leído sobre LOPD, Mikel. Enhorabuena (compartido en twitter ahora mismo)!

    ResponderEliminar
  2. Gran artículo y muy didáctico! Gracias por compartir tus reflexiones.

    ResponderEliminar
  3. Estupenda reflexión, enhorabuena por la claridad y el tono de humor ;-)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Criptografía (I): cifrado Vigenère y criptoanálisis Kasiski

Hace unos días mi amigo Iñaki Regidor ( @Inaki_Regidor ), a quien dedico esta entrada :), compartió en las redes sociales un post titulado "Criptografía: el arte de esconder mensajes"  publicado en uno de los blogs de EiTB . En ese post se explican ciertos métodos clásicos para cifrar mensajes , entre ellos el cifrado de Vigenère , y , al final del mismo, se propone un reto consistente en descifrar un mensaje , lo que me ha animado a escribir este post sobre el método Kasiski  para atacar un cifrado polialfabético ( conociendo la clave descifrar el mensaje es muy fácil, pero lo que contaré en este post es la forma de hacerlo sin saberla ). El mensaje a descifrar es el siguiente: LNUDVMUYRMUDVLLPXAFZUEFAIOVWVMUOVMUEVMUEZCUDVSYWCIVCFGUCUNYCGALLGRCYTIJTRNNPJQOPJEMZITYLIAYYKRYEFDUDCAMAVRMZEAMBLEXPJCCQIEHPJTYXVNMLAEZTIMUOFRUFC Como ya he dicho el método de Vigenère es un sistema de sustitución polialfabético , lo que significa que, al contrario que en un sistema de

Criptografía (XXIII): cifrado de Hill (I)

En este post me propongo explicar de forma comprensible lo que he entendido sobre el cifrado de Hill , propuesto por el matemático Lester S. Hill , en 1929, y que se basa en emplear una matriz como clave  para cifrar un texto en claro y su inversa para descifrar el criptograma correspondiente . Hay tres cosas que me gustan de la criptografía clásica, además de que considero que ésta es muy didáctica a la hora de comprender los sistemas criptográficos modernos: la primera de ellas es que me "obliga" a repasar conceptos de matemáticas aprendidos hace mucho tiempo y, desgraciadamente, olvidados también hace demasiado tiempo, y, por consiguiente, que, como dice  Dani , amigo y coautor de este blog, me "obliga" a hacer "gimnasia mental"; la segunda es que, en la mayoría de las ocasiones, pueden cifrarse y descifrase los mensajes, e incluso realizarse el criptoanálisis de los criptogramas, sin más que un simple lápiz y papel, es decir, para mi es como un pasat

¿Qué significa el emblema de la profesión informática? (I)

Todas o muchas profesiones tienen un emblema que las representa simbólicamente y en el caso de la  informática: " es el establecido en la resolución de 11 de noviembre de 1977  para las titulaciones universitarias superiores de informática, y  está constituido por una figura representando en su parte central  un  núcleo toroidal de ferrita , atravesado por  hilos de lectura,  escritura e inhibición . El núcleo está rodeado por  dos ramas : una  de  laurel , como símbolo de recompensa, y la otra, de  olivo , como  símbolo de sabiduría. La  corona  será la  de la casa real  española,  y bajo el escudo se inscribirá el acrónimo de la organización. ". Veamos los diferentes elementos tomando como ejemplo el emblema del COIIE/EIIEO (Colegio Oficial de Ingenieros en Informática del País Vasco/ Euskadiko Informatikako Ingeniarien Elkargo Ofiziala ) . Pero no sólo el COIIE/EIIEO adopta el emblema establecido en dicha resolución, sino que éste se adopta también como im