Hace poco hablábamos de España y su prima de riesgo. Ahora le toca el turno al Banco Central Europeo (BCE). Cuando nació con el euro, recibió un único mandato: contener la inflación. Esto es, impedir que una espiral de precios cada vez más altos nos lleve a una crisis.
Es lo que la ortodoxia económica enseña: cuanto más dinero tengamos en el bolsillo todos y cada uno de nosotros, más nos pedirán los vendedores por las cosas que compramos. Cuanto más suban esos precios, más créditos deberemos pedir. Cuanto créditos más altos se concedan, más riesgos asumirán los clientes y los bancos, ...y cuando la rueda se pare (la economía se enfríe) a ver quién es el guapo que puede hacer frente a su deuda.
Para evitar esa rueda está (en teoría) el BCE. ¿Cómo lo hace?. Subiendo los tipos de interés. Es decir, aumentando el interés al que presta a otros bancos. Cuanto mayor sea ese interés, más le costará a nuestro banco pedirle dinero prestado, y cuando más caro le sea a nuestro banco, más caro nos resultará a nosotros solicitar a ese mismo banco un crédito. Resultado: se pide mucho menos préstamo, consecuentemente se venden/compran menos cosas, y ya se sabe: a menor demanda menores precios. (Un ejemplo bien cercano: el desplome de los precios de los coches, porque se vende un 50% menos que hace tres años).
Así que, objetivo conseguido: a 'tipos de interés' más altos, los precios bajan. Y al revés, a tipos de interés más bajos (a créditos más bajos) los precios suben.Ahora bien: ¿Qué hacer en época de crisis?, porque resulta que una forma de reactivar la economía pasa por facilitar el crédito a empresas y particulares: dame créditos 'baratos' y compraré. Ofrécemelos caros, y no compraré, con lo que salir del agujero se torna complicado.
Por eso, el BCE (al igual que la reserva federal estadounidense y el Banco de Inglaterra - recordamos que Gran Bretaña no está en el euro) ha mantenido hasta ahora una política de tipos casi cero; es decir, prestaba a otros bancos a un interés entre el 0 y el 1%. Eso hace que esos bancos, a su vez, puedan prestar barato a clientes y empresas. Pero ... hete aquí, que la reactivación de la economía en Alemania, y el aumento del precio del petróleo han llevado a la zona euro a niveles de inflación casi anteriores a la crisis. Alarma roja en el BCE.
Así que a inicios de 2011, el BCE hizo lo que muchos analistas le pidieron que NO hiciera: subir los tipos de interés, y enfriar la economía para detener la escalada de precios. Cumplía así su misión, la única que le fue encomendada al nacer: contener la inflación.
¿Por qué, sin embargo, hizo mal?. Porque el alza de los precios en la zona euro no obedece a una misma causa. En el caso alemán, sí tiene que ver con que la reactivación económica es un hecho más o menos consolidado (ni siquiera eso está claro; ya se verá en los próximos meses); y sus ciudadanos tienen más dinero en el bolsillo ... pero en el caso del sur de Europa, y más en concreto de España, como resulta evidente, ... pues no. Aquí la inflación viene dada de 'fuera', sobretodo del aumento de las llamadas 'materias primas' (energías). Como todos sabemos, la gente en el estado español no tiene más dinero en el bolsillo.
Así que, un encarecimiento de los créditos (aumento de los tipos de interés) liderado por el BCE puede favorecer a Alemania o Francia porque contiene la inflación en ambos países, ... pero perjudica gravemente a países como España o Euskadi al frenar la actividad económica (si me pones los créditos caros, ... que compre o invierta su padre de usted).
Visto lo visto, el BCE ha tomado hoy jueves 4 de agosto una decisión en línea con las rogatorias de los países de la cola europea: ha decidido (por fin) NO subir de nuevo los tipos de interés. No los ha bajado, ... pero al menos, no ha encarecido los créditos. Algo es algo. Eso sí, Jean Claude Trichet (el presidente del BCE) la ha liado con otra cosa: asegura que el BCE no tiene pensado comprar bonos ni españoles ni italianos: Tampoco comprar bonos de los países europeos forma parte de su mandato, aunque lo ha estado haciendo bajo cuerda y sin destinar grandes cantidades. Por lo tanto, nada reprochable desde el punto de vista más ortodoxo. Sucede que si anuncia a bombo y platillo que no comprará deuda española, los inversores se preguntan por qué: si ni siquiera el BCE compra bonos españoles ... cómo estará la cosa.
Consecuencia: la famosa prima de riesgo (ver post anterior) se dispara, y la bolsa se hunde. O sea, en román paladino: estampida de inversores de todo lo que huela a España. Tras la debacle de hoy, Trichet balbucea frases del estilo de '... yo no fui', 'no quiso dicer eso', etc... Zapatero se estará preguntando (supongo) qué culo patear primero: si el de la canciller alemana, o el del presidente del BCE. Y no lo tiene fácil.
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